miércoles, 28 de septiembre de 2016

Señor tijeras

A veces pienso en el día (y la vida) como si fuera un canal editable de video, del que tenemos el crudo pero no podemos ver lo que viene a continuación. ¡Una pesadilla!
Esto me pasa, sobre todo, cuando estoy ansiosa y quisiera recortar un tramo de ese material para llegar más rápido a los cuadros que siguen.
Debo decir que si esto se hace en exceso se puede incurrir en lo que vulgarmente llamamos “quemar etapas”. En ese caso no se trata de recortar la película sino de superponer nuevos canales de video y audio a los actuales. Uno tapa al otro, pero no evita que el que está sucediendo en este momento siga corriendo. Así, lógicamente, todo se vuelve más pesado y tarde o temprano volvemos a la pista original y nos encontramos con un salto temporal importante.
Es cierto que somos artífices de nuestro propia película y eso ya suena demasiado cursi. Pero es verdad: somos directores, actores, maquilladores, vestuaristas, editores, productores de cada cosa que vivimos. Somos un set completo.
Lo sé, esto no es nada nuevo. A varias personas se les han ocurrido ideas similares, a lo largo de la historia e incluso crearon comedias muy entretenidas sobre esta misma base de pasar de largo momentos de la vida, borrar la memoria, eliminar recuerdos, revivir experiencias, etcétera. Pero ¿vieron que la mayoría tiene una fijación con cambiar el pasado? Yo sólo quiero decir que estoy aburrida y quisiera poder pasar a la próxima escena ASAP. Sí, yo estoy obsesionada con el futuro. Con el pasado no me meto. 

Por ahora.

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