“Esta vez lo que en alguna época me amedrentó, se trataba de césped. Era un gran, enorme, gigante SAPO verde, pero hecho de pasto. E intuyo que por eso no me daba ni miedo ni asco. Pero ¿qué hacía? ¿Por qué venía? Traía cloroformo en polvo en una bolsita Ziploc.”
¿Sería para convidarle a Clinton, al Che, o a Washington? Ellos no estaban juntos pero estaban fabricados con lo mismo. Un negativo de retina, y un fondo negro de celuloide. Tuve que anotarlo y continuar después, porque se trataba de esas cosas posadas en el limbo de lo cotidiano, y lo cotidiano fantástico.
Y de golpe, la autopista hacia Brasil, el auto celeste, esa playa blanca, donde alguna vez hubo un muelle y gente divertida… Y un hotel para no dejar salir gente, como “El 5” de Río Tercero durante la dictadura (dicen). No. Esta vez no era ESE hotel, y tampoco estaba lejos. Era aquel hotel del que costaba salir, como pasa en los shoppings, al estilo cápsula con escaleras mecánicas y rejas pintadas con antioxidante. Eso es un choque temporal, y espacial. Y sos testigo otra vez. ¿Cómo vas a salir de ahí si cada vez que recargues energías vuelven a visitarte los lugares a los que no decidiste ir? Sí, lugares visitándote. Nadie dice que sea coherente, pero nadie dice que sea irreal. Es producto de tu mente. Y esta vez no hay conejos blancos…
1 comentario:
Hey! muy lindo blog... sigo escudriñando por aquí :)
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