miércoles, 7 de abril de 2010

No (sólo) pienses que estoy loca. Confirmalo.

¿Cuántas veces recordaste un sueño y pensaste que se trataba de la realidad? “No lo soñé”, dijiste. Pero era todo producto de tu andá-a-saber-qué, en la cabeza, y no eras un Redondito de Ricotta ni nada que se le acerque.

“Esta vez lo que en alguna época me amedrentó, se trataba de césped. Era un gran, enorme, gigante SAPO verde, pero hecho de pasto. E intuyo que por eso no me daba ni miedo ni asco. Pero ¿qué hacía? ¿Por qué venía? Traía cloroformo en polvo en una bolsita Ziploc.”

¿Sería para convidarle a Clinton, al Che, o a Washington? Ellos no estaban juntos pero estaban fabricados con lo mismo. Un negativo de retina, y un fondo negro de celuloide. Tuve que anotarlo y continuar después, porque se trataba de esas cosas posadas en el limbo de lo cotidiano, y lo cotidiano fantástico.

Y de golpe, la autopista hacia Brasil, el auto celeste, esa playa blanca, donde alguna vez hubo un muelle y gente divertida… Y un hotel para no dejar salir gente, como “El 5” de Río Tercero durante la dictadura (dicen). No. Esta vez no era ESE hotel, y tampoco estaba lejos. Era aquel hotel del que costaba salir, como pasa en los shoppings, al estilo cápsula con escaleras mecánicas y rejas pintadas con antioxidante. Eso es un choque temporal, y espacial. Y sos testigo otra vez. ¿Cómo vas a salir de ahí si cada vez que recargues energías vuelven a visitarte los lugares a los que no decidiste ir? Sí, lugares visitándote. Nadie dice que sea coherente, pero nadie dice que sea irreal. Es producto de tu mente. Y esta vez no hay conejos blancos…

1 comentario:

Alma de Diamante dijo...

Hey! muy lindo blog... sigo escudriñando por aquí :)

El tiempo de arena

El tiempo de arena
~Alejandro Costas~

árboles que hacen el amor

árboles que hacen el amor
~Alejandro Costas~